“Ya hemos hecho la parte más difícil. El acabado viene suave. Por eso digo que no le pegues más humano. Sólo Amor para pagar rápido y ahora. Este mensaje siguió a la publicación de una foto. Juan José Benavídez Velasco, con un ojo morado y atado de pies y manos. El empresario colombiano, que llevaba cuatro días secuestrado, tenía clavada una cinta en la boca que le impedía gritar.
Todo comenzó el 30 de julio, cuando Benavidez Velasco y su síndico Carlos Andrés Martínez Arenasquienes conducían una Baig x 35 Luxury fueron interceptados en el estacionamiento de un centro comercial Pilar «Torres del Sol»policías falsos que se bajaron de los Fiat Siena y Nissan March.
También leo: Mujer orquestó su propio secuestro para conseguir 50.000 euros de su madre
“Están detenidos”, les dijeron los uniformados, apuntándoles con sus armas y ordenándoles que pusieran las manos en el carro para amarrarlos con precintos. Ellos sabían lo que estaban haciendo. Era sobre Fernando Daniel Kanda y José Juan de Dios Romero, dos ex policías.
Cuando Arenas intentaba ser encarcelado en Siena en contra de su voluntad, Benavidez, quien es traicionado en su país comercio de bitcoins y aparece en el caso del esquema piramidal– corrieron a pedir ayuda y se refugiaron en uno de los locales gastronómicos de la institución.
Los secuestradores huyeron sin llegar a su objetivo.

Pero no se dieron por vencidos. El 12 de agosto, el grupo logró infiltrarse en un exclusivo Club de Golf del Campo Argentino, escrito por José S. Paz, y llegar a la casa del lote 122, donde vive el empresario colombiano y su familia. Lo hicieron a través de una colaboración con Fernando Magallanes, un conductor de UBER. Apodado «Messi»que ya tiene renta fija en el barrio.
En la puerta de la residencia fueron detenidas su esposa, suegra e hija menor de edad. Les confiscaron los teléfonos móviles y los pasaportes. Poco después, un operador de criptomonedas no acompañado llegó a la casa, a quien envió por cigarrillos.
Los secuestradores lo golpearon, lo tiraron al suelo, lo ataron de pies y manos, le vendaron los ojos y le exigieron que les diera claves de acceso a sus dos teléfonos celulares y Pago de 10 millones de dólares. Luego llegó un guardia, que también fue neutralizado.
También leo: Veinte años del secuestro y crimen de Juan Manuel Canillas, el asesino estudia en prisión y no recibe visitas
Arenas fue lanzado primero. Un portero de la misma nacionalidad viajó a Colombia el 14 de agosto y contactó a la madre de su jefe. Le dijo que los secuestradores aseguraban ser del “Cártel Othoniel”, seudónimo del connotado narcotraficante Dairo Antonio Usugi David.
Mientras tanto, integrantes de una banda de tres argentinos y ocho colombianos que habían ingresado al país para realizar el secuestro contactaron al tío de la víctima. Exigían dinero y el alquiler de un apartamento ubicado en la ciudad de Cali.
El 20 de agosto, tres mujeres -esposa, suegra e hija- intentaron regresar a Colombia en un vuelo que debían despegar del aeropuerto de Ezeiza. No lo lograron: la ansiedad migratoria, que los agobiaba, impedía que esto. Daba la casualidad de que ya se había iniciado una investigación conjunta entre la policía provincial y la policía federal.
En tanto, Benavidez Velázquez fue trasladado primero a la calle Pedro Lagrave 1030 de la ciudad de Pilar y luego a Posadas 355 en la zona del Parque Irisar de Fátima, en la comuna de Pilar.
Solían tomar mucho botín: $20,000, reloj Rolex, cadena de oro blanco con diamantes blancos, una cadena de oro blanco y diamantes negros, una laptop marca Apple, una laptop marca Assus, blocs de notas con diversas anotaciones respecto a los códigos de acceso a la billetera digital Wallets y contraseñas de correo electrónico, y el 90% de la ropa que tenía el empresario colombiano, entre otros elementos .
El mismo día que impidieron la salida del país de la familia del cautivo, operativos encubiertos localizaron a cinco personas que se dirigían a ese último domicilio, Pilar. Fueron arrestados, entre ellos era un empresario colombiano cautivo.
El martes, miembros de la organización secuestradora fueron puestos en prisión preventiva por el juez federal de Campana, Adrián González Charvey, luego de que fueran identificados por las víctimas.
Intervino Pilar DDI y la Unidad Norte de Secuestros de la PFA, dependiente de la Dirección de Investigaciones Federales. Asimismo, el caso quedó a cargo del fiscal Sebastián Bringas y del fiscal para la lucha contra los secuestros Santiago Markevich.