Prometió que los policías que lo buscaban no serían atrapados con vida después de que mataron a uno de los suyos. Es por eso, Juan el Bautista Bairoletto Se suicidó el 14 de septiembre de 1941 en el rancho que compartía con su esposa y sus dos hijas en su finca de Mendoza. Robin Hood de las pampas fue vendido por un viejo compañero de asalto.
De piel blanca, cabello rubio y ojos verdes, el gaucho se mostraba galante en el prostíbulo de la Colonia Castex, un pequeño pueblo de La Pampa. Vestía shorts grises, playera, gorra y botas negras. A los 24 años, buen bailarín, consumado cantante y guitarrista, se enamoró de una prostituta, Dora, lo que le provocó la muerte tiempo después.
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Resulta que “la Dora” era la amante del comisario de la misma ciudad, Elías “El Turco” Farah. Y el hombre se enteró de que le estaban quitando a la mujer. Por eso lo metió en la cárcel Bairoletto, lo golpeó con un látigo y lo amenazó de muerte si lo volvía a ver en la ciudad. Las malas lenguas de la época decían que el policía llevó a Dora al calabozo para ver cómo torturaba a su amada.

Bairoletto se escondió mientras sus heridas sanaban, y luego reapareció en las calles de la ciudad. El 4 de noviembre de 1919 esperaba a su contrincante en la despensa de La Colonia. Cuando llegó el policía para detenerlo, forcejeó con él y se cayó y lo mató de tres tiros. Después de 16 meses en el Penal de Santa Rosa, con la policía sin dejar de provocarlo, comenzó su vida como mafioso.
Bairoletto: el nacimiento de una leyenda
Juan el Bautista Bairoletto fue el quinto hijo de los inmigrantes italianos Teresa y Vittorio. Parece ser que su apellido se escribía así, con B larga, y firmaba con B corta. Además, Vairoleto aparece con una sola T en varios documentos policiales y judiciales. Nació el 11 de noviembre de 1894 en Santa Fe. , pero se crió en Colonia Castex, pequeño pueblo pampeano de 1.600 habitantes, donde se asentó su familia.
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Su vida y su leyenda se confunden. Era un excelente jinete y un tirador infalible con su Winchester o Colt. Con la ayuda de peones, arrieros e indios, asaltó estancias, grandes almacenes y lugares de pago con la ayuda de dos o tres compinches. De día cabalgaba, y de noche dormía en algún rancho oa la intemperie. Continuó visitando burdeles, donde fue bienvenido.
Parece haber estado agradecido con quienes le dieron datos de sus robos, pues se le conoció como el Robin Hood de la pampa, el Robin Hood criollo, el pampeano, el Atila de la pampa o el San Bautista Bairoletto.
Vivió prófugo, utilizando los seudónimos de José Ortega, Francisco Bravo, Martín Mirando o Marcelino Sánchez. Los seis policías provinciales lo persiguieron, acusándolo de varios asesinatos y agresiones. Confesó cuatro delitos «por necesidad». Tuvo varios socios, entre los que se encontraba también el famoso «Mate Cosido» Segundo David Peralta de Tucumán.
los años han pasado Bairoletto Se volvió a enamorar y se instaló en el sur de Mendoza donde compró una finca para compartir con su esposa Thelma Ceballos, hija de uno de sus patrones. Con ella tuvo dos hijas, Juanita y Elsa. Allí fue encontrado por una patrulla de 16 policías y, al sentirse rodeado, se pegó un tiro en la cara. Cuando la tropa entró, lo remató en el suelo.

Fue entregado por uno de sus antiguos socios, Vicente «El Nato» Gascón, quien al ser capturado por la policía cambió su vida por la de un criminal muy buscado. Incluso llevó a la policía a un rancho en la colonia San Pedro de Atuel, donde entró para decirle a su viejo amigo “que está perdido y que la policía lo persigue”. El tiroteo comenzó de inmediato. Así termina la vida Bairoletto y comenzó su leyenda.