
El narcotráfico, como hemos dicho en este espacio de opinión, es el origen de todos (o casi todos) los males que aquejan a nuestra seguridad. Una lista interminable de asesinatos, masacres, amenazas, paros armados, cortes de ruta, descuartizamientos, enfrentamientos entre mafias, corrupción en la política y en las fuerzas armadas, es impulsada por el mercado ilegal, que no solo nos perjudica aquí, sino que ha hecho que todos los colombianos llevemos la carga. estigma de los traficantes de cocaína, dondequiera que vayamos.
Por su parte, la corrupción, que sin duda tiene alguna raíz en el narcotráfico, también se reproduce de manera diferente y se enfrenta en distintos escenarios. Desde el constante intercambio de favores burocráticos entre gobiernos de turno y políticos de todas las tendencias, pasando por la compraventa de sentencias judiciales, hasta los desagradables casos de sobornos por multimillonarios contratos gubernamentales y propuestas amañadas.
No en vano, la lucha contra la corrupción fue uno de los ejes principales de la última campaña presidencial. Nunca los candidatos presidenciales se habían pronunciado con tanta fuerza sobre este tema. Nunca antes se han planteado tantas ideas para tratar de acabar con este enemigo que ha desangrado a Colombia de otra forma que no sea nuestra guerra interminable.
Sorprende, pues, que un reconocido (sí, RECONOCIDO) funcionario corrupto aspire ahora a ser alcalde de una de las ciudades más importantes del país: Barranquilla.
Enrique Guzmán Chams saltó a la fama hace dos años cuando compareció ante la Fiscalía y la Procuraduría General de la República para denunciar un esquema de corrupción que garantizaba que un conocido contratista barranquillero, Carlos Vengal, salvaría los multimillonarios… servicios de acueducto para al sur de la capital atlántica y que hoy, ocho años después, está a medio operar.
No se puede negar que el valor cívico de denunciar la corrupción es encomiable, pero no podemos perder de vista que el señor Guzmán Chams transfirió dinero de sobornos en 2015 (el monto del soborno fue de 2.300 millones de pesos) y esperó cinco años para condenarlo. los estafadores, porque el consorcio que utilizó financieramente no pagó las deudas. Así que honesto, lo que se llama honesto no significa que sea un caballero.
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El candidato se presenta ahora como un hombre que va a desafiar el modelo económico que ha dominado Barranquilla durante dos décadas. Se dice que contará con el apoyo del Pacto Histórico y que será la voz de los que no están de acuerdo con la Dinastía Char. Además, sus amigos dicen que será un verdadero candidato del pueblo.
Vuelvo al principio: históricamente, Colombia tiene un gran enemigo, que es la corrupción, y es cuando menos ingenuo pensar que el cambio vendrá con un corrupto reconocido. Tan ansioso como está por blanquear su perfil, el Sr. Guzmán Chams se fusiona con el mal que desangra a Colombia.
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