En el limbo y presos de la desinformación. Miles de migrantes venezolanos, que se encuentran en el puerto colombiano de Necoclí o en las faldas de la selva del Darién, siguen viendo de cerca videos de deportaciones entre EE.UU. y México. También a quienes, a través de Tik Tok y otras redes, están tratando de explicar las medidas migratorias del gobierno de Joe Biden. Lo que está en juego es la decisión de continuar su peligroso viaje.
Las noticias falsas también han llegado a los campamentos donde se está tomando la decisión decisiva. El sábado, el embajador de Estados Unidos en Colombia, Francisco Palmieri, visitó el puerto, reiteró que la frontera entre México y ese país estaba cerrada y negó la supuesta apertura en un plazo de 90 días.

“No arriesgues tu vida y la de tus seres queridos. Los venezolanos que intenten ingresar ilegalmente serán deportados a México”, advirtió el embajador. “Estados Unidos tiene un nuevo programa donde si te quedas donde estás y no cruzas la frontera, puedes solicitar en línea una visa humanitaria”, insistió sobre su visita. El programa es similar al utilizado para los desplazados por la guerra en Ucrania, que requiere que los migrantes tengan un patrocinador en los Estados Unidos que pueda brindarles «apoyo financiero», además de pasajes aéreos. Y en este caso, no ingresaron ilegalmente por México ni Panamá, es decir, ingresaron por El Darién.
Estamos hablando de 24.000 cupos, que obviamente no serán suficientes para la magnitud de la migración venezolana. Cada día, según las últimas cifras de la Oficina de Asuntos Latinoamericanos (Wola), con sede en Washington, 1.280 migrantes venezolanos cruzan esta peligrosa ruta, donde al menos 30 migrantes han muerto o desaparecido. Muchos quedaron atrapados en el camino por el anuncio de Biden, y cuando finalmente llegaron a Panamá, se enteraron de que la frontera estaba cerrada y perdieron todo esfuerzo. En lo que va del año, 102.000 personas han recorrido este camino, de las cuales el 68% son venezolanos.
Todavía no está claro si la nueva medida disuadirá a los inmigrantes. El viernes (un día después del anuncio), había 6.000 migrantes listos para ir a Darién, dijo el alcalde Necoclí. Sin embargo, fuentes del municipio también aseguran, aunque no aportan datos cuantitativos, que hay migrantes que han regresado en masa. “Cuando se anunciaron las restricciones en EE.UU. mucha gente volvió, pero otros están esperando en las playas a ver qué pasa”, dice un conductor de Necoclí.
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Algunos migrantes quieren volver
En uno de los campamentos panameños entre los que se abrieron paso con vida por la selva, reina el desánimo. “Ya no (quiero ir a USA). Ya no es un secreto que todo está cerrado. Por mi parte, me gustaría volver”, dijo a la agencia EFE el venezolano Carlos Figueroa, de 28 años.
La terminal de transporte de Medellín, de donde salieron masivamente los migrantes, también sirve de termómetro. Allí, algunos venezolanos se negaron a viajar. Sin embargo, para ellos significa una dolorosa decisión luego de vender todo lo que tenían y ser despedidos de sus trabajos para cruzar la calle en busca del Sueño Americano. “Fue un balde de agua fría”, dijo a Alianza Noticias el hombre, que estaba a punto de migrar con sus tres hijos. “La primera decisión fue tratar de mostrar lo que nos hicieron en México, pero luego lo pensamos con la cabeza fría”, explicó.
Desde Tik Tok, que se ha convertido en una red para la migración venezolana por el Darién, ahora hay muchos videos de deportaciones y advertencias. “No tomen botes para adentrarse en la selva del Darién y no arriesguen su vida por nada, hermanos míos. Si van por la selva, los grabarán, y estos datos llegarán a Estados Unidos”, dice un tiktoker que se hace llamar emigrante. Y continúa: “Poniendo las manos en el pecho, sé que somos tercos y decimos: ‘somos venezolanos y podemos’, pero no, esta vez no. Sé que duele, pero la vida es más importante, y para qué arriesgarse si no hay forma de hacerlo”, les dice.
En la selva del Darién, según la OIM, han muerto este año 30 personas, nueve de ellas niños, sin contar naufragios como el del viernes 13 de octubre. Un buque de la Armada perseguía a una lancha con inmigrantes ilegales en Sapzurro (Choco), en la frontera marítima con Panamá. La lancha no se detuvo, chocó con la lancha de Guardacostas de Panamá SENAN y naufragó. Rescataron a 23 adultos y dos menores, pero aún buscan a seis migrantes.
Las nacionalidades de los rescatados -tres cubanos, tres dominicanos, siete bangladesíes, un iraní, cinco nepaleses y seis indios- confirman que no son solo los venezolanos los que siguen intentando cruzar esta ruta. “Ahora hay una ola de ecuatorianos y peruanos. También hay chinos”, comenta un vecino de Nekokli.
La vicecanciller de Colombia, Laura Gil, quien visitó Necoclí el sábado, dijo que la situación humanitaria en el puerto “requiere un enfoque regional, de respeto a los migrantes”. EL PAÍS ha sabido que Panamá presiona a Colombia para que impida la salida de migrantes por El Darién, pero el Gobierno de Gustavo Petro asegura que no lo hará. “Colombia no construirá muros, ni visibles ni invisibles, y con Migración Colombia resolveremos la situación con un enfoque humanitario. Tenemos un desafío por delante para América, no solo para Colombia”, dijo Gil en Twitter.
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