Tras menos de nueve meses en el cargo, el presidente Gustavo Petro anuncia una posible segunda crisis de gabinete, exigiendo la renuncia formal de todos sus ministros. En la ocasión anterior, exactamente dos meses antes, no pidió la renuncia, sino que destituyó directamente a tres ministros con poca o ninguna advertencia. En esta ocasión, toma un camino menos operativo, que suele ser utilizado para dejar un mensaje sobre el deseo de cambio de manera general, sin definir todavía escenarios específicos. Sin embargo, deja claro que se trata ante todo de una decisión política: el fin de la coalición, que incluye a su frente de partidos y movimientos de izquierda, el Pacto Histórico; tres partidos tradicionales (La U, Liberal y Conservador); y la Alianza Verde.
2. La coalición política, acordada por la mayoría, dejó de existir hoy por decisión de algunos presidentes de los partidos. Algunos de los cuales amenazan a la mayoría de su propia banca
— Gustavo Petro (@petrogustavo) 26 de abril de 2023
Además de esta razón, que explicó la noche del martes, el presidente había esbozado la forma del ajuste horas antes cuando habló sobre el traspaso de tierras en Zarzal, Valle del Cauca: “Creo que ahora el gobierno debe declarar un estado de excepción (….). Un gobierno de emergencia que tenga funcionarios trabajando día y noche, cuyo corazón favorezca a la gente humilde, y no sólo perciba sueldos y comisiones, y que sea capaz de superar los enormes problemas que nos exige el campo. No podemos esperar más».
“Creo que ahora el gobierno debería declarar el estado de emergencia, lo que significa que los equipos de gobierno están trabajando día y noche para bajar los precios de los alimentos, dar tierras al campesinado y sembrar más alimentos”, dijo el presidente. @petrogustavo. pic.twitter.com/5JGMWuvkEn
– Presidencia de Colombia 🇨🇴 (@infopresidencia) 26 de abril de 2023
La decisión sobre cambios masivos, sin pistas de nombres y cargos, en Petro no es extraña. Luego de desempeñarse como alcalde de Bogotá durante seis meses, en junio de 2012 exigió la renuncia protocolaria de todo su gabinete distrital. En este caso, lo hizo tras anotarse una importante victoria política: el Ayuntamiento aprobó su plan urbanístico apenas una semana antes, a pesar de que en el papel la mayoría estaba en contra del entonces alcalde. En ese momento, explicó que quería pasar de la planificación a la ejecución. Finalmente retiró a cuatro de sus 12 secretarios. Los que salieron procedían de la academia, mientras que los que llegaron conocían las materias de sus cargos y tenían antecedentes de izquierda, aunque no tenían mucha experiencia en la administración pública.
Sin embargo, esta vez no se limitó a aprobar su plan de desarrollo, que aún está en el Congreso. Lo que realmente sucedió el martes es que el gobierno finalmente presentó su política de seguridad; que la cumbre sobre Venezuela encabezada por el canciller Álvaro Leyva terminó sin mayores resultados; que el Congreso derogó una cláusula del plan de desarrollo que creaba mecanismos para la compra de tierras a particulares para la reforma rural; y, sobre todo, su reforma sanitaria, en la que había invertido gran parte de su capital político, fracasó tras su primer debate en el Congreso.
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Recibió solo 10 votos de 21 en la Comisión, pero obtuvo la mayoría debido a la ausencia de tres diputados de los partidos tradicionales asociados al gobierno, pero cuyos líderes insistieron en no apoyar la reforma introducida por el gobierno. A esta ausencia de los conservadores Quevedo y Gerardo Yepes y Camilo Ávila de La U se sumó el voto a favor de la liberal María Eugenia Lopera para confirmar que Petro depende de los votos tradicionales del Congreso. Pero el voto en contra de otros tres liberales y Víctor Manuel Salcedo de La U, así como las declaraciones de los partidos Liberal y Conservador confirmando su rechazo a la reforma, también confirmaron que el oficialismo de La U, el Partido Conservador y el Partido Liberal de el partido, lucharán contra la reforma del corazón de Pedro.
Estos tres partidos están representados en el gobierno, comenzando por los ministros de TIC (Sandra Urrutia, La U), Justicia (Néstor Osuna, Liberal), Vivienda (Catalina Velasco, Liberal) y Transporte (Guillermo Reyes, Conservador), quienes ahora deben presentar una renuncia formal. El gobierno ya lo ha hecho con viceministros de los mismos tres partidos que siguen en el poder, pero con una especie de advertencia que cada vez es más fuerte. El anuncio de Peter añade tensión a una coalición que ya está luchando y, naturalmente, se enfrentará a una presión interna aún mayor a medida que se acercan las elecciones locales y regionales en octubre, en las que muchos de sus miembros compiten por el poder. En general, una remodelación de gabinete puede dar o quitar visibilidad, burocracia o banderas a sectores políticos justo cuando más lo necesitan.
Además de este aspecto más selectivo y legislativo, el pedido de renuncia plantea discusiones sobre la posibilidad de resolver tensiones internas en el gabinete. Esto ya sucedió en febrero, cuando Petro sacó a Alejandro Gaviria de la educación y así se puso del lado de Carolina Corcio, ministra de Salud y madrina de la reforma. Estaba en una puja con alguien que había sido su ministro de cartera durante seis años y no estaba de acuerdo con el corazón de su proyecto. Si bien otros desencuentros han sido menos visibles o están en el pasado, como el del ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, y su colega de minería y energía, Irene Vélez, sobre la transición energética, no dejan de existir.
En 2012, Petro tardó nueve días en reorganizar su equipo para administrar Bogotá. En 2023, los próximos nueve días incluyen el tradicional desfile del Día del Trabajo tan emblemático de la izquierda; el inicio del tercer ciclo de negociaciones con ANO; y una definición artículo por artículo de la reforma del sistema de salud para complementar la vida cotidiana de un país con una inflación vertiginosa y una violencia rural en aumento.
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