Petro se aleja del pragmatismo y da un volantazo a la izquierda – Noticias de mi Pais

El presidente Gustavo Petro está desesperado por un sistema. Institucionalidad, temporalidad y formas lentas de política en las que hay que consensuar veinte más para llegar a un acuerdo. Peter tiene a Columbia en la cabeza, lo cual quiere. Pasó décadas diseñando un nuevo modelo de país desde la oposición. De hecho, la promesa de cambio fue su carta de triunfo para ganar las elecciones de 2022. Nueve meses después de su presidencia, el presidente se está ahogando en las costuras del estado. Lanzó una serie de reformas ambiciosas, pero chocan una y otra vez con el Congreso, donde, sin una mayoría progresista, las leyes terminan siendo modificadas lejos de las que él diseñó. Después de varios meses de mostrar un pragmatismo político, que le era desconocido, Peter dijo que ya era suficiente. Cerró la puerta a los ministros de otras corrientes y se rodeó de los suyos. O el país que tiene en mente, o ninguno.

Esta crisis de gobierno, que terminó con el cambio de siete ministerios y cargos directivos, no se hizo esperar. El martes fue un día ajetreado, como casi todos los días de los presidentes. Empezó abriendo una cumbre internacional sobre Venezuela en Bogotá y la terminó en Zarzal, un municipio del Valle del Cauca, donde tuvo que entregar parte de la tierra a unos campesinos. Allí, lejos del ruido de la capital, tiró la bomba. “Se están burlando de las decisiones de las encuestas y esto no debería ser así”, dijo, refiriéndose al establecimiento y los partidos conservadores. “Creo que el gobierno debería declarar el estado de emergencia”, dijo. Más tarde pidió la renuncia de todos sus ministros y anunció la ruptura de la coalición ejecutiva que había tejido con los partidos tradicionales y las derechas mayoritarias cuando el entusiasmo por el cambio traspasó sus propias fronteras políticas.

Así termina el primer gobierno de Pedro y comienza el segundo en apenas nueve meses. Dejan el gabinete ministros más moderados, mientras entran otros más cercanos al presidente de izquierda. Se trata de un cambio de estrategia que se ha estado preparando en los últimos meses. Peter llegó al poder decidido a disipar todas las ideas preconcebidas sobre su político fuera de la izquierda. Para gran parte de la sociedad colombiana, acostumbrada a gobiernos más conservadores, era considerado un marxista, capaz de llevar al país por el camino de Venezuela o Cuba. El presidente quiso desarmar esa visión con sus primeros nombramientos.

Al frente de Hacienda, el corazón de cualquier líder, el presidente ha colocado a José Antonio Ocampo, un reconocido economista con experiencia en el gobierno y respetado en todos los sectores. Al frente de la agricultura y por la reforma agraria, una de las claves de su mandato, nombró a Cecilia López, una veterana política que había formado parte de seis gobiernos anteriores. Alejandro Gaviria, exministro de Salud que postuló en las primarias presidenciales del centro, recibió la cartera de Educación. Tres provenían del liberalismo y formaban el núcleo moderado del gobierno. Eran su puente con los no petristas. Gaviria se fue primero, hace apenas dos meses. Los otros dos fueron despedidos el martes.

También abandonaron el gabinete ministros de La Hu y del Partido Conservador, partidos de derecha que hasta ahora habían formado parte de la coalición de gobierno. Solo sobreviven representantes de los liberales, aunque hoy es un partido quebrado por divisiones políticas y divisiones en la dirigencia. El cambio más sorprendente fue el de la ministra de Salud, Carolina Korcho, a quien el Presidente ha respaldado reiteradamente ante las críticas a la polémica reforma sanitaria. Korcho, conocido por su intransigencia, activista y poco negociador, también se despide del gabinete.

Están incluidos. Viejos conocidos de Petro el alcalde de Bogotá y algunos de sus aliados en la campaña. Con su ayuda, el presidente pretende enderezar el rumbo de su gobierno, que está estancado en muchos frentes. El momento es clave, el presidente está en la cima de su popularidad. El 57% de los ciudadanos desaprueba su liderazgo frente al 35% de los simpatizantes. Hace nueve meses, la aprobación era del 56 % y la desaprobación del 20 %. Petro ya se dio cuenta de que no puede complacer a todos, por lo que decidió acercarse a su gente, con el núcleo izquierdo.

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«Se ha rechazado la invitación a un pacto comunitario por el cambio», tuiteó. Esta es una forma de despedir la era del consenso con el resto de los partidos tradicionales. Ahora Petro mirará al sector que lo llevó al poder, a la militancia de izquierda, que desconcertaron algunas citas al principio. También en el horizonte están las elecciones regionales y locales del próximo octubre, clave para un presidente que tiene poco o ningún poder territorial. El fortalecimiento de Pacto Histórico, la coalición de izquierda, es vital para sus resultados electorales.

Las acciones del presidente tomaron por sorpresa a la mayoría de los colombianos, pero trajeron a la memoria al alcalde Petro. Durante su gestión al frente de Bogotá (2012-2016), el líder de izquierda no logró tener un gabinete estable y sólido con alrededor de 50 reemplazos. Su gobierno emprende ahora el mismo camino, ya que ha sufrido 12 cambios en 19 ministerios. Para algunos de los políticos que lo han rodeado en los últimos meses, esto se debe a su afán de liderazgo, sus ganas de liderarlo todo y su incapacidad para delegar autoridad.

Petro se da cuenta de que no puede cambiar Colombia en cuatro años. Con una minoría en el Congreso, la única posibilidad de avanzar parecía ser construir una coalición con otros partidos. Pero enormes diferencias políticas impidieron el desarrollo de muchas reformas, como quería el presidente. Ahora no puede ni cambiar de país ni aprobar todo lo que tiene planeado, pero quiere asegurarse de que todo lo que suceda lleve su sello. Ni reforma laboral descafeinada, ni reforma sanitaria concertada. Comienza el gobierno de Pedro, parte 2.

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